Reconocidos artistas cubanos han firmado una misiva exigiendo queden cubiertas con una tela las obras que de su autoría permanecen expuestas en la colección permanente del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Además, piden que se retiren otras piezas exhibidas en la página web de la institución y que también constan entre sus fondos.
Pero, ¿por qué sucede esto ahora?
El documento dirigido a Jorge Fernández, director del Museo, fue publicada el pasado día 24 de mayo en las redes sociales del llamado “Movimiento 27N”, como gesto de solidaridad gremial con el artista Luis Manuel Otero Alcántara, quien permanece en internamiento hospitalario, luego de que fuera interrumpida por las autoridades una huelga de hambre y sed que realizaba en su vivienda.
Los firmantes, cuya lista aún sigue incrementándose, están encabezados por la artista y activista Tania Bruguera y otros nombres reconocidos dentro de la plástica nacional como Tomás Sánchez, Marco Castillo, Consuelo Castañeda, Sandra Ramos, Ibrahim Miranda, Carlos A. García de la Nuez, Sandra Ceballos, Carlos Garaicoa y Cirenaica Moreira. Igualmente, firman otros artistas no menos conocidos como Jorge Luis Marrero, Celia González, Yunior Aguiar, Reynier Leyva Novo, Douglas Argüelles, Jorge Wellesley, César Leal, Fernando Rodríguez, Juan Pablo Ballester, Javier Castro, Alberto Jorge Carol y Gustavo Acosta.
Plantados en el Artículo 4, inciso c de la Ley No. 14/1977, Ley del Derecho de Autor, los firmantes insisten en mantener sus reclamos “hasta tanto no se atiendan las demandas y se proteja el estado de vulnerabilidad del artista Luis Manuel Otero Alcántara”, según se publica en la cuenta oficial de Tania Bruguera en Facebook. Alcántara, además de exigir los derechos generales de libertad de expresión y creación para los artistas cubanos de todas las ideologías, también reclamaba durante su huelga que le fueran enmendadas sus obras, después de ser decomisadas por las autoridades.
El Museo Nacional de Bellas Artes respondió en la noche del 27 de mayo, a tres días de lanzada la misiva, que no pretende acceder a la demanda: “El Museo adquiere regularmente obras de artistas cubanos de todas las generaciones y tendencias, con fondos del presupuesto estatal. No ha tomado en cuenta ninguna consideración extrartística para conformar una colección patrimonial de altísimo valor, destinada al enriquecimiento de la vida espiritual de la población. Lo que ha importado, definitivamente, es el respeto a la valía de las obras, el apego a los contextos históricos, y la comprensión de las libertades asociadas a la naturaleza del arte. Tal modo de actuar es parte de una política cultural inclusiva y transparente, que concede la más alta prioridad al acceso del público a las mejores realizaciones de la cultura cubana y universal”.
Y culminó: “El Museo adquirió las obras de estos creadores y les da un uso legítimo y provechoso para la ciudadanía. Al hacerlo, se establece una nueva relación entre el legado patrimonial preexistente y las prácticas artísticas de la actualidad. Ese nexo, vivificante en ambos sentidos temporales –pasado y presente- es típico de la construcción patrimonial. Ninguna coyuntura ajena al campo museal puede pretender violentar este proceder museológico. En tal sentido, el Museo no acepta una demanda que no se aviene con la vocación de servicio de nuestra institución ni con el interés del público al que se debe.”
Las redes sociales siguen reflejando los diferentes puntos de vista sobre el tema y se ha polarizado mucho más el asunto sobre libertad de creación y expresión en el arte cubano. Tomás Sánchez, uno de los artistas cubanos más internacionales, de mayor presencia en el mercado y cuya obra Relación es de las más populares y cautivadoras dentro del Museo, dejó claro en sus redes que: “El arte cubano está viviendo horas aciagas, reducir a los artistas a la mera cuestión decorativa es devolverlos en el tiempo, no somos un motivo en una pared, somos cada uno de nosotros un complejo sistema de acción y pensamiento. La criminalización de la diferencia no es –ni será- un camino para la convivencia. Las obras de mi autoría que posee el Museo le pertenecen al pueblo de Cuba, pero ese concepto de Cuba trasciende lo ideológico o lo político. Cuba es Exquisita y diversa, el arte cubano es exquisito y diverso y eso, que debería llenarnos de orgullo, es hoy día motivo de luto”.
Asimismo, otra de las firmantes de la carta, Sandra Ramos, dijo en un post de Facebook: “La solidaridad con Luis Manuel Otero Alcántara y la indignación contra el abuso institucional y estatal hacia cualquier cubano (…) La necesidad de un compromiso con el arte como motor de ideas, promotor de cambios y creador de nuevas alternativas y modos de inclusión social”.
No obstante, otros expertos no ven el asunto de la misma manera. El importante curador y crítico de arte cubano David Mateo hizo público su criterio sobre la inoperancia de utilizar la obra de arte de valor patrimonial como “recurso de canje o estrategia de presión ideológica” al tiempo que insiste en la necesidad de que el Consejo Nacional de las Artes Plásticas haga pública una declaración al respecto. Acto que ya se ha hecho esperar. “Hay mucha incertidumbre, mucha tensión acumulada ya en el tema de los derechos, las prerrogativas artísticas. Hemos retrocedido en varios terrenos de la polémica y el disenso en los que habíamos avanzado. El caso de Luis Manuel Otero es quizás el acontecimiento más visible de semejante rebote”, apunta el experto en sus redes.
El Consejo Nacional de las Artes Plásticas no se ha referido al tema al momento de concluir esta nota.
La petición es un hecho sin precedentes en los últimos sesenta años de institucionalidad artística en Cuba.
Obras:
Marco Castillo. “Goma vertida en Vancouver” (1991)
Consuelo Castañeda. “Lichtenstein y los griegos” (1985)
Tania Bruguera “Estadística” (1996)
Tomás Sánchez “Relación”